La ciudad de México
ha sido invadida con propaganda política; los diferentes candidatos exponen su
mejor cara en las fotos de espectaculares buscando atraer votantes con sus
slogans. Sin embargo, los ciudadanos han hecho gala de su creatividad
modificando estos rostros para expresar incredulidad y rechazo hacia sus
propuestas; el ciudadano, plumón en mano, se pitorrea de las promesas de cambio
y bienestar que hacen los candidatos.
En la
parada del autobús, sobre el microbús, en las bardas adaptadas para publicidad,
en los postes, en las paredes del metro, etc., cada espacio público es, en
tiempo de elecciones, una oportunidad para buscar la atención del transeúnte
que por su paso encuentra enormes rostros sonrientes de candidatos que buscan un
puesto público.
Varios
son los que se detienen a observarlos; los contemplan, leen los mensajes, se
rascan la cabeza, escupen, ríen, toman fotos, comentan a su acompañante sobre
lo que ven pero, lo curioso es que no despierta interés la foto que miran, lo
que en realidad acapara su atención es como "alguien", el mexicano
anónimo, ha modificado al personaje que aparece en la foto, le ha dado una
"retocadita"
Por variedad no paramos
Existe
propaganda al estilo tendedero, esa que hábilmente se cuelga de los postes,
pero es difícil de alcanzar, por lo que no son el blanco preferido para el
retoque de candidatos; la que se exhibe en las paradas tampoco es intervenida,
pues tiene un vidrio que impide toda modificación, por eso, las estaciones del
metro sobre las estructuras que adaptaron para todo tipo de publicidad, y en
las que hoy se puede apreciar la propaganda política es la preferida para
rayar, burlarse de la información, o modificar el mensaje original de la
campaña.
En un
recorrido por las diferentes líneas del metro se puede mirar la foto del
candidato a la presidencia chimuelo o sin ojos al estilo zombie, o en el caso de
candidatas, se muestran como las mujeres barbonas que promueve un circo; otras
imágenes de candidatos aparecen descarados, es decir, aquellos candidatos a
quienes en la foto les han quitado parte del rostro para escribir algo, (no hay
que pensar mal) o simplemente para evitar que se vea el rostro del candidato
que "abraza amorosamente a un integrante del pueblo".
El candidato favorito
Hay
que decirlo, definitivamente, los ciudadanos tienen un favorito: Enrique Peña
Nieto, despunta por ser el candidato a quien más modifican; hacen anotaciones,
acusaciones y burlas que arrancan carcajadas al público usuario del Metro.
Tal
vez influye el hecho de que hay mayor propaganda de la fusión Partido
Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Verde Ecologista (PVE).
Sobre
una de las propuestas del PVE aparece aquella en la que se lee sobre la promesa
de cadena perpetua a secuestradores: "a políticos del PRI y
PAN".
Destacan
las imágenes en las que no sólo se exhibe la sonrisa perfecta del político, o
su pose de hombre justo teniendo un acercamiento con el pueblo, apapachando al
campesino por ejemplo. También hay burlas en sus slogan, como el que dice:
"Ganarás más por tu trabajo", al que han agregado con plumón
cambiando unas letras y tachando otras el mensaje original por: "Ganará
más con tu trabajo".
Otro
que no se puede dejar de mencionar es el que dice: ¿Sabes qué hace un Senador?
Y al que le contesta el ilustrado transeúnte: "Cobrar por no hacer
nada". Además de que el candidato está marcado con la leyenda de
"rata" en la frente y pintado como payaso.
El
lenguaje florido del mexicano hace gala sobre todo cuando de insultar se trata,
y en estos menesteres, por palabras altisonantes no se detiene, saca lo más
ofensivo que tiene para el candidato que se pone a su paso, así se pueden leer
sobre las fotografías de los distinguidos candidatos, fuertes declaraciones
sobre su persona o su partido político, aunque a veces también ofenden a uno
para echarle porras al de su preferencia.
Y no
pueden faltar los acusativos, esos espectaculares intervenidos con información
sobre fraudes o movimientos financieros ilícitos en tiempo de campañas como el
que se encuentra en la estación Viveros, en el que acusan al Gobierno del
Distrito Federal, en alianza con López Obrador, de un fideicomiso privado para
lavar dinero con grupo Salinas.
Pasquín mata Facebook
El
metro, como un medio de transporte que da servicio a miles de personas
diariamente, no podía quedar fuera del ambiente político que prolifera. Lo más
interesante es observar cómo a pesar de los años y de la evolución intelectual
del hombre y la mujer, de la avanzada tecnología y los medios disponibles para
la manifestación de ideas, no hay Twitter o Facebook que manifieste mejor la
picardía del mexicano, tampoco hay encuesta que proyecte una tendencia con
mayor verdad sobre lo que el mexicano piensa de sus candidatos, sigue siendo a
la manera del antiguo pasquín, con su anonimato, la mejor opción para burlarse
de los políticos.
Es
verdad, debe haber respeto hacia los espacios públicos y lo que exponen, pero
en este caso, esta exhibición va más allá de inducir a adquirir o comprar algún
servicio o producto, estas manifestaciones sociales nos hablan de algo más
profundo, ya que lo que está en juego es el rumbo político que tomará el país a
partir del cambio de gobierno. La burla no cambia ni aporta nada, pero funciona
como una pequeña, muy pequeña válvula de escape ante el hartazgo de mexicano.
Las
personas ya no creen en las promesas que lanzan los candidatos, su propaganda
ya no funciona para ganarse el respeto de ciudadano, no es suficiente la típica
foto del candidato cargando al niño o dándole un beso, ya no hay nada que le
convenza de dar un voto ganado y con la certeza de que en verdad va a haber un
cambio radical por el líder que elija.
Hay
resignación ante las opciones de candidatos, y como una pequeña revancha, el
mexicano aprovecha el tiempo de
elecciones para pitorrearse, para reírse, para burlarse de los candidatos;
"Una de cal por tantas de arena", dice Salvador, un vendedor
ambulante del Metro, quien se mofa efusivamente frente a la propaganda de un
candidato a Senador con ojos ennegrecidos y cuernos. "Este se ve bien
guapo", asegura, y sonríe pícaramente, mientras mira buscando a su
alrededor con quien compartir la burla.